¡Que ardan los libros!
(Traducción libre de un artículo publicado por Roland Tichy en www.tichyseinblick.de.)
Los libros arden de nuevo en Bad Dürrheim (Baden-Württemberg, Alemania): 3200 libros de la biblioteca municipal han sido destruidos. En justicia hay que decir que no se ha podido establecer si han sido triturados o quemados. En cualquier caso debe especificarse que se trata de una acción que acometió por sorpresa y en la que la bibliotecaria no estuvo implicada. La gerente de la biblioteca, Regina Hoffmann, tuvo que cerrar su primer día de vacaciones, después de que miembros del Consejo Regional censuraran su contenido. Guías de viaje anticuadas, libros que no habían sido requeridos jamás por nadie, o en mal estado, fueron los principales afectados, tal y como se justificó. Después de todo se trataba de una ampliación de espacio en las bibliotecas, para hacer sitio a nuevos ejemplares.
Se elimina el lenguaje incorrecto
Ya en el pasado había seleccionado Hofmann 500 libros para habilitar espacio para nuevos ejemplares, pero en esta ocasión no se trataba de la típica actualización. En esta ocasión la acción estaba orientada contra libros con lenguaje incorrecto como son, por ejemplo, aquellos que incluyan la palabra “Neger” (negro). Esto implicaba la obra de Erich Kästner, autor de famosos libros de literatura infantil como El aula voladora, Puntito y Antón o Las dos Carlotas. Al parecer sus libros son, en Baden-Württemberg, una provocación y una violación de los decretos estatales de adoctrinamiento escolar para la obtención de una ciudadanía políticamente correcta.
Se están purgando libros infantiles desde hace ya muchos años. Clásicos de Otfried Preußler como La pequeña brujita, El ladrón Hotzenplotz o Krabat han sido ya reeditados, según el editor Klaus Willberberg de la editorial Stuttgarter Thienemann; términos como “Nergerlein” (negrito) han sido eliminados. La editorial de Hamburgo Friedrich Oetinger también ha eliminado en todas las ediciones desde 2009 todos los términos anticuados como “Neger” (negro) o “Zigeuner” (gitano) ya que no se corresponden con los usos actuales del lenguaje ni con la visión contemporánea del hombre, y pueden ser malinterpretados. Incluso la abeja Maya ha sido reeditada en sus últimas versiones. Pero no sólo se trata de una limpieza retrospectiva de la Literatura. Según los puntos de vista actuales, los libros incorrectos deben ser eliminados de las bibliotecas.
A Erich Kästner le toca por segunda vez
No es la primera vez que Erich Kästner se topa con la censura. Sus libros ya cayeron en las infames hogueras de los nazis, que cercenaron los registros intelectuales de Alemania y que pretendían impedir cualquier forma de pensamiento independiente. También la dictadura que le sucedió vio con buenos ojos la Literatura inflamable: Los estudiantes y jóvenes pioneros de la decimoctava escuela de Berlin-Pankow lanzaron Literatura basura y tóxica a la pira la tarde del Día Internacional del Niño de 1955. Esto supuso el preludio de reuniones de padres en las cuales se decretó, por ley, una prohibición tajante de Literatura inadmisible en la República Democrática Alemana. Esta cita pertenece a una noticia publicada por la agencia nacional de noticias de la RDA.
La terminología es decisoria
La Literatura contempla un elemento subversivo, descontrolado, que desata el pensamiento independiente. La connivencia con las corrientes contemporáneas es la medida de todas las cosas. ¿Memoria histórica? No, pues un lenguaje correcto es precisamente imprescindible para la infancia, según la censura de libros Christina Kälberer, que justifica las purgas. A la idea de eliminar la Literatura que no se corresponda con las nuevas reglas de lenguaje correcto hay que llegar todavía. Las puertas del infierno acaban de abrirse. La terminología, al parecer, no ha sido actualizada en muchos libros. Christina Kälberer menciona el término “Neger” (negro), que aún aparece en muchos clásicos, según informa el periódico Südkurier. Obviamente, los comisarios rojiverdes del país del género están haciendo un gran trabajo para poder realizar la prevista reeducación.
Atención: Ironía
En cualquier caso, aún hay buenas noticias. Podemos asumir que las nuevas piras literarias son completamente ecológicas y libres de emisiones de CO2 así como que se realizan en dispositivos subvencionados por la nueva ley de energías renovables. Presumiblemente el prendido de la llama inicial se ha realizado mediante un espejo solar en una instalación con cogeneración optimizada de energía calorífica. Por esto podemos congratularnos: los nazis, con sus barbacoas de libros no eran sino un grupo de salvajes primitivos, pero ahora ha llegado inexorablemente el progreso. En el caso de que encuentre usted en las estanterías de su biblioteca ejemplares anticuados, deshojados, pero en su edición original, de Las dos Carlotas, Jim Knopf, Lukas el conductor de locomotoras, o El ladrón Hotzenplotz, le recomendamos conservarlo, esconderlo en algún lugar alejado del escrutinio público. No hace falta que lleguen tan lejos como Hans Herbert Grimm, el autor de la novela antibelicista Schlump, de 1928, el cual, en tiempo de los nazis y de la DDR, emparedó el manuscrito, que no fue descubierto sino hace unos pocos años.
Leer el original en alemán:
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