La triste figura de don Quijote en el cine (segunda parte)

1957 Don Quijote, Grigori Kozintsev

Ni Cervantes es Dostoievsky, ni Dostoievsky es Cervantes, ni falta que hace, pero mucho se podría escribir sobre las relaciones e influencias existentes entre el Quijote del español, y El idiota del ruso. Si hay un pueblo que, en locura, ande parejo al español, ése es el ruso. Quizá por eso tienen tan buena literatura. Lo que es innegable es que el arquetipo cervantino, quizá en su forma más maniquea, ha tenido una profunda influencia en la literatura rusa. Y cine y literatura, es innegable, son dos disciplinas artísticas que se retroalimentan, tal y como expongo en Literatura y cine y Cine y literatura.
Al igual que la versión de 1933, aquí los rusos se enfrentan al problema de la longitud del Quijote rescribiendo la trama y condensándola en dos horas, aunque con bastantes alteraciones, elipsis y licencias. La colocación del pasaje de los molinos al final de la obra, eso nunca falla. Empero, la trama presenta algunas modificaciones que me resultan interesantes y creo que merece la pena señalar. Por ejemplo, la doncella secuestrada que, en el original, acompañaba al vizcaíno, es, en realidad, la duquesa maña que se burla de él en la segunda parte. La manera que tiene Kozintsev de tratar la perfidia en este personaje me parece afiladísima. El mozo salvado de los azotes en la primera parte de la obra hace una última reaparición final para hacer confrontarse a Don Quijote con las consecuencias de su locura, justo después de haber sido abatido por el bachiller Sansón Carrasco, lo cual presenta, a mi parecer, una gran coherencia estructural. Es las tergiversaciones del Quijote que más acertadas me parecen. En definitiva, los rusos crean su propio Quijote, adaptándolo a la interpretación romántica que tradicionalmente ha estado vigente en Rusia, que es uno de los países en los que la solubilidad cultural que menciono en Es menester ha sido mayor. Aunque no siempre estoy de acuerdo con él, una vez más el maestro Jesús G. Maestro (que, le pese a quien le pese, es la máxima autoridad en todo lo que al Quijote se refiere) tiene la clave y apunta a los matices que se le escapan a David Foster Wallace: la solubilidad cultural siempre es a costa a la destrucción de la literatura. El Quijote de Kozintsev no llega jamás a enloquecer: es simplemente un erigido mártir de la bonhomía, un demiurgo moral. El Quijote ruso es un modelo a seguir, no un modelo a repudiar por tratarse de un criminal que va por ahí asaltando a los caminos y dándose de mamporros con los transeúntes y los itinerantes. Se le detiene por su subversión política, no por su demencia mental. No es el Quijote de Cervantes, es la versión más estilizada de la interpretación romántica del Quijote.
El Quijote se ha disuelto en la sociedad rusa desde hace siglos. Al igual que don Quijote, los zares también estaban un poco locos. Catalina la Grande era una gran admiradora del ingenioso hidalgo, cuya triste figura ha incardinado profundamente en las artes y en el imaginario artístico ruso, aunque, como ya digo, alterada tras dicha disolución cultural. No por algo ser cultural, enaltece su valor. El Quijote vale más literariamente que culturalmente, por mucho que quieran vendernos camisetas con los dibujitos de Dalí.
       En cierto sentido, es lógico que haya sido así. Es fácil reconocer que una figura triste como la de don Quijote, puede encajar bastante bien en el descontento general generado por los resultados de la Revolución Rusa, o tras la muerte de Stalin, o en la incertidumbre sobre el destino de la Unión Soviética. No es difícil conceptualizar una suerte de quijotismo ruso.
A diferencia de don Quijote, que se rinde cuando recupera la cordura, al alcanzar sus instantes postreros, los comunistas, siempre predispuestos a utopías, no se rinden jamás, ni siquiera cuando fracasan. Así, en esta adaptación de Kozintsev, lógicamente, don Quijote no recupera la cordura tras verse derrotado por el bachiller Sansón Carrasco (directamente nunca perdió la cordura), sino que se rinde porque no puede hacer del mundo un lugar justo. Eso, por supuesto, no es sino una tergiversación buenista de la esencia del Quijote. En ningún momento el don Quijote ruso está verdaderamente loco. Como mucho, al principio, un poco nervioso y desquiciado, pero rápidamente se convierte en un héroe épico convencional. Esta visión estilizada, falseada, del Quijote, es también común en casi todas las adaptaciones existentes posteriores.
Descargar esta película de Telegram (en español y en ruso)
https://t.me/RebeldeMule_Cine/7234

1965 – La historia de Don Quijote de la Mancha

Llega el turno de los luteranos. No me consta que esta versión esté doblada al español. Como casi todo lo relacionado con el arte literario que tocan los alemanes, esta es una versión completamente insípida y prescindible. Está hecha con decoro, sí, pero a partir de un claro filtrado acorde a los postulados del arte de raíz protestante, lo cual anula la esencia de la obra por completo. Un ejemplo: al comienzo, una voz en off hace una pequeña introducción a la historia indicando al espectador que don Quijote fue un gran caballero, y su historia inspiró el mundo, y patatín patatán. En esa introducción, en lugar de respetar el de cuyo nombre no quiero acordarme, vomitan, con todo su papo, que la historia de don Quijote comenzó en Argamasilla. A ver, sí es verdad que todos los estudiosos del Quijote tienden a coincidir que posiblemente el pueblo originario de don Quijote es Argamasilla, algo que no se dice en ningún momento durante la novela. Lo que los luteranos no entienden, porque no son sino bárbaras bestias que sólo saben fabricar Volkswagen, es que no decir el origen de don Quijote cumple una función muy específica. Aunque sea por no corromper el misterio, es mejor omitir lo de Argamasilla. Pero, claro, ellos son alemanes, son fríos, precisos, estrictos… y bárbaros, y no entienden ni el valor ni la función de las elipsis. Así prosigue, con ese grueso criterio, toda la obra.
El don Quijote de esta adaptación, lejos de resultar inquietante en su locura, es más bien tirando a payasoso, circense, ridículo, absurdamente teatralizado, artificialmente coreografiado. No hay nada bueno en él. Parece un alfeñique y actúa como un alfeñique.
       En realidad, no habría muchos motivos para incluir esta adaptación en la lista, pero hay una característica que, en cierto modo, me obliga a ello. ¡Vuelve a salir en ella Fernando Rey! En esta ocasión no como don Quijote (aquello no llegaría hasta los años 90), ni tampoco como Sansón Carrasco, sino como el duque de Zaragoza que, junto a la duquesa, se burla de don Quijote. Con esta ya son tres las adaptaciones del Quijote en las que participa Fernando Rey. Curioso, ¿no?
1972 – El hombre de la Mancha

El musical oficial de los yanquis. No está mal, aunque a mí me gusta mucho más Jesucristo Superstar. Se estrenó con bastante éxito en Broadway a mitad de los 60, y en 1972, se hizo la versión cinematográfica protagonizada por el muy irlandés, sobrio y algo pavisoso Peter O’ Toole y la siempre exhuberante Sophia Loren, que hace de una Dulcinea que presenta la curiosidad de ser abiertamente puta, como Julia Roberts, en un intento bastante torpón de maríamagdalenización del personaje. Sophia no canta demasiado bien, aunque para estar al lado de Peter O´Toole, vale. La película es un compendio muy edulcorado de todos los vicios heredados de la interpretación romántica del personaje. En ese sentido, todas las tergiversaciones cometidas en el pasado se repiten aquí y se añaden algunas más. El Quijote es más evangelizador aún que en la versión rusa, y además tiene el añadido de todas las copas de cursilería de Broadway.
La canción más bonita del musical (a mí me gustan los musicales), es The Impossible Dream, un canto al idealismo ciego del cual se han hecho alrededor de ocho mil millones de versiones. Aquí la tienen:

The Impossible Dream

Seguramente Cervantes se estaría arrancando la barba si la viera, pero si le gustan a usted los musicales, se le puede dar una oportunidad.

La triste figura de don Quijote en el cine (primera parte)

La triste figura de don Quijote en el cine (tercera parte)

Comentarios

Hay 2 comentarios para esta entrada

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Ir a INICIO