Literatura y cine y Cine y literatura

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100 películas sobre la creación literaria



No son pocos los que sostienen, con no del todo desacertado criterio, que el cine no es un arte ep ipso, sino, más bien, un híbrido Frankenstein que aúna literatura, teatro, fotografía y música. El cine es, bajo este prisma, la expresión artística definitiva, la más completa, la que aglutina más disciplinas artísticas bajo su manto. Esta idea, que es interesante pero discutible (prometo discutirla en otra ocasión, ya que tengo argumentos robustos que me ayudarán a ello), explica por qué, desde que los hermanos Lumière inventaron el cinematógrafo, el cine bebe de fuentes literarias. Explica también, aunque sólo en parte, algo que es innegable y que consiste en que, de forma retroactiva, la literatura de la segunda mitad del siglo XX y de todo lo que ya llevamos de siglo XXI se ha visto profundamente influida, a su vez, por el cine. La literatura influye en el cine que influye en la literatura. No estoy diciendo nada novedoso, desde luego, y no soy la primera persona en establecer lazos relacionales entre las dos disciplinas artísticas. Lo que deseo enfatizar es que este proceso cíclico de influencia a veces conduce a la evolución y, en la mayor parte de ocasiones, a la degradación. Por desgracia no son pocos los novelistas hoy en día que sólo manejan referencias cinematográficas, que todo lo escriben (y lo que es peor, lo conciben) con la esperanza de que sea filmado alguna vez, que muestran interés en la trama narrativa, pero nunca en las formas de expresión verbales, y cuyas teselas argumentales son indefectiblemente de un carácter marcadamente escenográfico. Así las cosas: la literatura es la inspiración del cine pero éste, la mayor parte de las veces, sólo es la distracción de la literatura, en un bucle cuyos límites quedan, durante lo que dura la discusión, desleídos. Son escritores éstos los que, directamente, evitan enfrentarse a la acusación de parir obras cuya existencia no se justifica por sí misma, obras que sólo son válidas si se realiza una trasposición de medio, que sólo son interesantes si alguien hace una película basándose ellas. Por sí mismas, no valen nada. No comparto escuela, desde luego, con esta clase de escritores antiliterarios, escritores que se han equivocado de medio, de registro y de código y que deberían ser sinceros consigo mismos y escribir guiones en lugar de novelas, pero, por otro lado, no me atrevería a poner en duda que es el cine, y no la literatura, la forma artística más relevante e influyente del siglo XX. No sé si también lo será del XXI, no me atrevería a profetizar tanto. La forma más segura y garantista que hay, hoy en día, de que una historia no interese en absoluto a nadie, es escribirla. Ya prácticamente nada parece existir si no es audiovisual.
Sea como fuere, esta influencia formal, esta búsqueda arqueológico-literaria por parte de los cineastas y abúlico-cinemática por parte de los escritores, ha tomado forma, a lo largo de las décadas, en numerosas películas que directamente han abordado, con mayor o menor atino, el tema de la creación literaria. Estas películas, alguna mejores que otras, provocarán, posiblemente, regocijo y esparcimiento en la mayor parte de escritores (cinematográficos y de los de verdad) y, algunas de ellas, a mi parecer, incluso podrían calificarse como películas de visionado obligatorio para escritores de toda ralea y condición.
       Baste anotar ahora que yo, desde luego, soy partidaria de la Literatura, con ele mayúscula, y no de la cultura, ni del cine, ni de las bragas de la Verdú, ni de las palomitas de maíz. Aprecio características en la comunicación literaria que van mucho más allá de los poderes hipnóticos, hipocríticos y anestesiantes del cine. La literatura es algo más que el arte de la palabra, mucho más aún que el arte de la narración, e incluso, algo mucho más allá que al arte del pensamiento. No tengo la menor duda de que a las grandes cuestiones que afectan a la humanidad sólo se le pueden dar respuestas literarias. Allí donde la religión falla, allí donde la ciencia no llega, donde la filosofía fracasa, cuando las drogas dejan de hacer efecto y las putas están secas como nueces y apáticas como tetrapléjicas, está la Literatura. La Literatura es el arte de la verdad y de la existencia: es el arte del ser, la esencia misma del ser humano. No estamos hechos de psicología, ni siquiera de espíritu, y menos aún de carne y huesos, sino de palabras. Es nuestra palabra (el vehículo de la Literatura) lo que nos distancia de las bestias y los animales, lo que nos hace tener pasado y futuro, lo que nos hace conscientes de nosotros mismos, de nuestra muerte, y de nuestro origen divino. Al principio, fue la Palabra. No lo dude, lector, hay verdades en este Universo a las que sólo un acercamiento literario es posible.
       La literatura nos permite hablar directamente con muertos, de mente a mente, de conciencia a conciencia. Nos permite expresar realidades e irrealidades, evocar tangibles e intangibles, abordar temas humanos o divinos, nos permite trascender a nuestra vida, da fe de una existencia. El cine da fe sólo de una representación de la existencia. El libro, por el contrario, incluso el libro de ficción, da fe de la existencia misma. En las artes plásticas, visuales, una pipa no es sino la representación de una pipa. En la Literatura, una pipa es una pipa realmente, nominalmente, y no sólo designativamente. Espero no llegar a escribir jamás un libro que pueda ser adaptado al cine si no es deformándolo, tergiversándolo o rescribiéndolo.

Dicho esto, me dispongo a continuación a desplegar un listado de aquellas películas que, por una razón u otra, y siempre en mi particular opinión, pueden despertar algún tipo de interés en otros escritores. Es posible que no sean cien, al final, pero lo dejo así porque queda más bonito… queda, más literario, como los Cien años de soledad.
       Iré ampliando la lista y mi intención no es otra sino la de ir escribiendo sobre cada una de estas películas por separado. Lo haré si no me vence la pereza de hacerlo.

100 películas sobre la creación literaria

1971 — Johnny cogió su fusil, Dalton Trumbo — El caso de Dalton Trumbo (primera parte)
1990 — Henry y June y la literatura del yo
1990 — Misery
1997 — Desmontando a Harry, Woody Allen — Muebles de metacrilato y recubrimientos de aluminio
1997 — Wilde
2000 — Nora
2004 — Descubriendo Nunca Jamás
2005 — Capote
2007 — La escafandra y la mariposa — La escafandra
2007 — La escafandra y la mariposa
2008 — Sinécdoque
2011 — Sin límites
2012 — En la casa
2014 — El secuestro de Michel Houellebecq
2015 — Un hombre perfecto
2015 — Trumbo: La lista negra de Hollywood
2015 — El fin del tour
2016 — El editor de libros
2017 — El autor (2017)
2016 — Lope contra Cervantes


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